Hace ya algunos días, en uno de los muchos paseos que suelo
dar con mi perro Turko, por un parque cercano a mi casa, en una de las múltiples
conversaciones que habitualmente se entablan entre dueños de perros, surgió el
tan manido tema de la dominancia y como en todos los grupos de perros y
propietarios que hay en cualquier parque de cualquier ciudad, alguno de los
propietarios que han tenido perro toda la vida e incluso no se pierden ni uno
solo de los episodios del encantador de perros, comenzó a regalar consejos a
los propietarios mas noveles sobre como debían comportarse con su perro y sobre
todo como debían “hacer que su perro entendiese que ellos eran los lideres”.
Para ello una de las primeras cosas que aconsejaba era meter la mano en el
plato de comida y si el perro, por el motivo que fuera, llegase a gruñir, debían
interpretar eso como una falta de respeto a líder y de inmediato retirar la
comida para que aprendiese a respetarles. Normalmente no suelo opinar y procuro mantenerme al margen en estas
charlas, prefiero no entrar en luchas que de antemano están perdidas, pero en
esta ocasión tuve que dar mi opinión, ya que las consecuencias de la aplicación
de estos “métodos” podrían ser nefastas. Le pedí al “supuesto experto en comportamiento
canino” que no fuese regalando ese tipo de malos consejos a otros propietarios,
ya que lo que estaba diciendo podría tener justo el efecto contrario. Y diréis, ¿cómo?, si toda la vida he oído que
hay que meter la mano en el plato de la comida de mi perro para que se habitúe. Pues bien, esa es una de
las muchas falsedades que se han propagado entre los propietarios de perros, en
parte alentada por las teorías de la dominancia, que indican que para una
correcta convivencia con nuestro can debemos ser “los líderes de la manada de
lobos”. Pero como nuestra familia no es una manada y nuestro perro no es un
lobo, para evitar el problema de
comportamiento, o en caso de que ya se haya iniciado solucionarlo, lo primero
que debemos hacer es saber la causa del mismo y la causa no es otra que la
protección de recursos. La comida es un recurso primario, fundamental y
necesario para la supervivencia y no nos quepa duda que lo normal es que si
existe la sospecha de que el acceso a ese recurso primario peligra el perro lo
protegerá. Sabiendo que el comportamiento de nuestro perro es completamente
natural y que podemos modificarlo sin recurrir a la confrontación ¿Qué debemos
hacer?. Lo primero, si el perro nos gruñe ante el plato de comida, salir de la
situación antes de que empeore, no molestar al perro cuando come y evitar el
conflicto. El perro debe comer tranquilo. No es agradable que alguien este hurgando
en nuestro plato de comida mientras comemos, a mí al menos no me resultaría
agradable comer mientras alguien mete su mano en mi plato. Puede que en un principio
lo tolere, pero en algún momento me puedo llegar a cabrear y sobre todo si
pienso que quien tengo cerca puede querer quitarme aquello que es tan valioso
para mí y para mi supervivencia, es más, no es que lo piense es que la
protección de ese recurso primario va grabado en mis genes. Cuando un perro
gruñe ante la proximidad de alguien cuando está comiendo es porque piensa que
se lo va a quitar, de alguna manera desconfía de la presencia de alguien
mientras come. Como decía, lo primero que se debe hacer es evitar el conflicto,
no debemos seguir insistiendo en permanecer cerca del perro, no meter la mano en plato
etc., lo mejor es salir airoso de la situación marchándonos, si seguimos
provocando al perro o al final habrá un fatal desenlace con una mordida y os
aseguro que si el perro lanza su boca aprenderá que ese comportamiento
funciona, ya que retiraremos la mano en el mejor de los casos. Si sabemos que
la raíz del problema es que el perro desconfía de nuestra presencia y por
ello protege aquello que es supervalioso
para él, lo que debemos hacer desde ese momento es trazar un plan para ir
habituando al perro a nuestra presencia mientras come, hay que establecer una
asociación nueva, que haga al perro relacionar nuestra presencia con cosas
agradables, quizá con algo exquisito, un buen premio. Cuando nuestro perro es
un cachorro es muy fácil habituarlo a nuestra presencia y que asocie nuestra cercanía
a cosas buenas, por ejemplo dejando caer algún premio que le guste mucho en su
cuenco, en lugar de meter la mano como aconsejaba el buen propietario del
parque.
Lo mejor, si el problema ya ha aflorado y nuestro perro a
comenzado a proteger recursos es solicitar ayuda de un profesional que trace un
plan para modificar la conducta del perro, un plan de trabajo basado en la
confianza. Un buen profesional que no busque la confrontación con el perro, que
no nos hable de dominancia y de líderes, que no provoque el conflicto y sobre
todo que nos enseñe a tratar con nuestro
amigo canino estableciendo un vinculo de confianza y que además se haga
responsable de los consejos que da.
En los parques hay muchas personas que, probablemente con
intención de ayudar, da consejos a otros propietarios de perros. Consejos que
ellos han escuchado de otros y que bien por las características del perro o las suyas han funcionado, aunque haya
sido a costa de menoscabar la relación con su perro en algún caso, sin tener en
cuenta las consecuencias que podrían tener para el perro y los propietarios en
caso de que todo salga mal, el problema vaya a peor, tenga un mal desenlace. Además no se harán
responsables buscando una solución alternativa en caso de que todo va mal.